Pascual Calabuig encontró en Lanzarote su particular remanso de tranquilidad
LanzaroteDeportiva
Siempre risueño y muy amable, era muy habitual ver por las calles de Playa Blanca al veterano periodista deportivo Pascual Calabuig. Hacía tiempo que se le había dejado de ver por las calles de la localidad sureña, esa que conoció 50 años atrás y que le causó amor a primera vista.
Pascual Calabuig había sufrido un ictus hacía un mes y se encontraba en Gran Canaria, cuna de sus grandes hitos profesionales, donde llegó a ser uno de los periodistas deportivos más reconocidos en sus narraciones deportivas, su particular forma de contar la realidad de lo que sucedía y por su característico chascarrillo, 'pues no faltaba más'.
Aguantó este valenciano de nacimiento y canario por devoción como lo hizo la eterna UD Las Palmas que vivió y narró. Aquella que tantas alegrías dieron a la historia del fútbol canario, pero también aquella que acabó en el pozo de la Segunda División B. Nunca perdió su pasión por escribir, por leer, ni por narrar.
Acababa de pasar los 90 años cuando le realizamos una entrevista para Diario de Lanzarote donde nos contó su vida. Nos contó como llegó a los micrófonos 'por culpa de la mili', donde era telégafo. Y ahí se quedó, pegado a un micrófono. Nos contaba como tuvo la suerte de aprender a leer de pequeño y les contaba las historias de los libros a los mayores en la plaza del pueblo, cómo le daba entonación y como hacía que los más veteranos se emocionaran como si fueran los protagonistas.
Pero el protagonista, con el tiempo, fue él. Vivió todo lo bueno y lo malo de la UD Las Palmas, recibió todos los premios y galardones posibles, el cario de todos, fue patrón de las fiestas de Los Remedios y patrón de las fiestas de San Ginés. Fue un hombre que vivió a su ritmo, que vivió con pasión. Que lucía con orgullo en su balcón en Playa Blanca su bandera española ondenado al viento, vigilante al puerto.
En la cafetería donde solía pasar la mañana en Playa Blanca leyendo la prensa, que compraba todos los días y devoraba junto a un croassant con café con leche, le van a extrañar. Como le vamos a extrañar todos los que aprendimos con él y los que tuvimos el placer de tener algunas charlas, algunas muy largas, sobre el fútbol, el deporte, Playa Blanca y la vida.
Nos ha dejado huérfanos en el periodismo deportivo, con 95 años a sus espaldas, con multitud de vivencias y muchísimos amigos. Desde aquí, nuestro recuerdo ¡¡¡Pues no faltaba más!!!